Los silbidos con los que los hinchas paulistas despidieron a su selección al final del primer tiempo marcaban que lo que habían visto no era lo que esperaban. Si bien Brasil había sido superior a Bolivia, en cuanto a posesión y a dominio territorial, no lograba encontrar el camino para lastimarla. Por eso Tité había dejado el campo con cara de preocupación.
El “Scratch” no encontraba esa versión deluxe (a puro toque, fantasía y aceleración) con la que sus fanáticos quieren transitar sin sobresaltos los juegos de la Copa hasta llegar al domingo 7 de julio, donde quieren esperan levantar el trofeo en el mítico Maracaná, de Río de Janeiro.
La actual “Canarinha” tiene todo para volver a enamorar a sus fieles. Nombres propios, calidad y esa dosis necesaria de garra para copar la parada, cuando la mano viene torcida. Por eso, el 0-0 con el que se fue al descanso ayer fue algo injusto con Brasil. Porque pese a no estar del todo lúcido, no merecía sufrir el duelo de anoche en el Morumbí.
Eso sí, el penal que Néstor Pitana le concedió a instancias del VAR, le simplificó las cosas. Porque a partir de la estupenda ejecución de Phillippe Coutinho, el duelo se acabo. Bolivia se quedó sin argumentos y Brasil manejó todo a su antojo. Así Coutinho, tres minutos después del primer tanto, y Everton redondearon un resultado que habla a las claras de que la contundencia puede llegar a ser una buena aliada para el “Scratch” en el camino a la gloria.
Si bien anoche encontró alivio en el VAR, si Brasil logra pulir detalles, será la gran candidata a llegar al duelo decisivo. Tiene todo para conseguirlo, sólo es cuestión de que ajuste algunas piezas.